A los 70 años, Joachim Gauck ha sido propuesto por socialdemócratas y verdes como candidato independiente a la presidencia federal de Alemania. Pastor protestante, antiguo opositor del régimen de la República Democrática alemana, Gauck se ha ganado el cariño y el respeto de su pueblo a lo largo de su dilatada carrera. Es el candidato que cuenta con mayor apoyo popular, aunque sus posibilidades de ser elegido son escasas.
La elección del presidente de Alemania recae en la votación de la Asamblea Federal, formada por los 622 diputados del Bundestag (cámara baja del Parlamento alemán) y por otros tantos delegados, no necesariamente políticos, escogidos por los 16 estados federados. La coalición gubernamental tiene mayoría en la Asamblea Federal por 21 puestos, pero queda por ver si sus delegados optarán por Wulff, su candidato, o por Gauck, una figura de prestigio en el país.
Esta relevancia es la que todavía extiende una cierta duda sobre la elección final. En un acto celebrado en Hamburgo (norte de Alemania), el jefe del grupo parlamentario socialdemócrata, Frank-Walter Steinmeier, sostuvo que la elección del presidente alemán debe basarse en el «conocimiento y la conciencia» y no en motivos partidistas e instó a la canciller Merkel a permitir la libertad de voto dentro de las filas de las fuerzas de la coalición.
Pese a tener la aritmética partidista en contra, Gauck ha asegurado en los últimos días que cada vez hace sus cálculos electorales «más contento» y se ha mostrado optimista de sus opciones a la Presidencia pues considera como hombre de fe que en la vida ocurren «sorpresas increíbles que rozan el milagro».
LA HISTORIA DE UN LUCHADOR
Gauck tenía 11 años cuando las autoridades soviéticas deportaron a su padre a Siberia. Lo condenaron a 50 años por «actividades antisoviéticas y espionaje», pero regresó cuatro años después «desdentado y famélico». El candidato rechaza que se supedite su biografía posterior a aquel suceso, pero reconoce que a esa edad entendió la arbitrariedad y la falta de legitimidad del régimen. Como le parecía improbable que le permitieran ejercer como periodista en la RDA, Gauck estudió teología y se hizo pastor.
Rostock, a orillas del Báltico, es una ciudad portuaria que alcanzó gran importancia industrial en la RDA. La parroquia de Gauck estaba en una colonia de bloques de viviendas. Allí celebraba el culto bajo la vigilancia atenta de la Stasi.
Tras la reunificación, en 1990, dirigió durante 10 años la oficina estatal que administra los archivos de la Stasi, la temida policía política de la Alemania socialista. La misma Stasi que lo había vigilado a él y a muchos miles de disidentes o simples sospechosos entre 1950 y 1989. En enero, la propia Angela Merkel felicitó «de todo corazón» a Gauck por su 70 cumpleaños, destacando con un discurso laudatorio sus cualidades de «unificador y reconciliador».
Su candidatura a la presidencia ha disparado la estrella mediática de Gauck. Los influyentes semanarios Stern y Der Spiegel le han dedicado su portada, la prensa diaria se hace eco permanente de la votación del miércoles y televisiones y radios se afanan por entrevistarlo.
La reputación de Gauck tiene mucho que ver en este cambio. El pasado martes, el Deutsches Theater de Berlín se llenó de personas que querían escuchar su discurso de candidatura. Quedó bien patente su habilidad retórica y expresiva. Un hombre que pasó décadas orando -y varios lustros hurgando en los archivos de los servicios secretos de una dictadura- no le tiene miedo al público ni a los focos. Más bien le gustan. Gauck habló de su padre, de la «revolución pacífica» -como llaman en Alemania al proceso que llevó a la caída del Muro-, del yes we can y de Martin Luther King. Los aplausos se prolongaron durante minutos.
AMPLIO RECONOCIMIENTO
Según una encuesta del Instituto Demoscópico Emnid, publicada por el diario «Bild am Sonntag», el 42 por ciento de los alemanes votaría a Gauck, para muchos el candidato perfecto por su histórica defensa de la libertad y la democracia y por su cariz apartidista.
Muchos ven en Gauck a una persona con una autoridad moral que puede traer sangre nueva a la vida pública alemana. «Él es una figura que se asocia estrechamente con la revolución pacífica en la RDA [República Democrática Alemana] en 1989», explicó Holger Zastrow, jefe del FDP en Sajonia. «Él luchó con valentía y sin miedo por sus convicciones ... él habla desde el alma y lo que ha hecho para este país, no es algo que se olvida fácilmente».
Para Merkel, Gauck sólo tiene palabras de elogio: «Ella es innovadora, imaginativa, y a diferencia de muchos en este país, no toma de inmediato la posición estática de asumir con pesimismo. Ella es una optimista», dijo.