El proyecto de ley ya había sido aprobado por el Congreso salvadoreño. Los legisladores lo aprobaron como medida para combatir la violencia, en un país con altas cifras de homicicios.
Sin embargo Funes manifestó que la lectura de la Biblia no debe hacerse obligatoriamente, pues eso violaría el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos.
El decreto determinaba que "se instituye la lectura de pasajes de la Biblia diaria y sistemática en todos los centros educativos del país, durante por lo menos siete minutos, previo al inicio de actividades académicas (...) sin entrar en ningún comentario religioso, sectario ni denominacional".
Según el decreto, en caso de que algún padre de familia no estuviera de acuerdo que su hijo participe de tales lecturas, debería comunicarlo por escrito a la dirección del centro educativo para "eximirlo de su participación".
Funes estaba presionado desde que los obispos de la iglesia católica le enviaron una carta en que le pidieron vetar el decreto. En cambio, el proyecto encontró buena acogida entre los líderes evangélicos.
Desición lamentable
José Antonio Almendáriz, diputado del Partido Conciliación Nacional, y promotor del proyecto de ley, dijo a Mundo Cristiano que lamentaba la desición del presidente.
“Un poco desilusionado. La verdad es que la noticia de que se iba a leer la Biblia en escuelas había generado una gran expectativa en el pueblo salvadoreño. Lógicamente hubo voces que se alzaron contra la medida. No las vamos a juzgar porque, si decimos que seguimos las enseñanzas de la Biblia, no debemos juzgar para no ser juzgados”.
Almendáriz agregó que respetarán la desición presidencial y que seguirán buscando otras alternativas de sembrar el conocimiento bíblico entre la población.
“La decisión del Presidente tampoco no la vamos a criticar. Yo dije que iba a pasar lo que Dios permitiera. Hasta que el Señor me llame a su presencia seguiré insistiendo en esta medida”.